Bueno como siempre Susi de Inspirate y Cambia tu vida, nos comparte cada jueves sus artículos para poder ayudarnos a cada uno de nosotros a ser mejores personas, para poder cuidar a los niños con calidad y sin frustraciones.
Hoy precisamente nos habla de eso en este artículo, sobre la frustración.
La frustración, esa sensación intensa y devastadora.
La frustración nos hace sentir impotentes, llenas de rabia, nos nubla la capacidad para pensar con objetividad, nos convierte en casi-monstruos.
La frustración tiene que ver con la incapacidad de esperar. Queremos algo de inmediato y si no lo conseguimos la decepción es muy grande y pone en marcha esos sentimientos intensos y agresivos.
Muchas veces, las personas consiguen ocultar la frustración hacia los demás, pero eso no sirve de mucho. Porque como dicen, la procesión va por dentro. Las frustraciones retenidas envenenan nuestro mundo emocional, nos obligan a sentirnos amargadas, de mal humor, susceptibles al más pequeño estímulo para responder con una rabia descomunal.
Como consecuencia, o bien desarrollamos un estilo de pensamiento crítico, censurador, y no estamos contentas con nada ni con nadie, o bien nos sentimos culpables de albergar esos sentimientos violentos, y nos rechazamos a nosotras mismas, resintiendo nuestra autoestima. O incluso ambas cosas…
El otro día, estaba esperando un autobús, cuando llega una chica joven, con cara de pocos amigos y lee el papel donde vienen los horarios de autobús. Y… ¡pum! Golpea la marquesina de cristal, aprieta los dientes, se gira y se va a paso rápido, soplando y maldiciendo. Pensé: vaya, que agresiva, que mal tolera la frustración…
En este universo cualquier cosa que deseemos, tarda un tiempo.
Si quiero un cafecito, tengo que ir a la cocina y prepararlo antes de poder tomármelo. O tengo que bajar a la cafetería, y pedirlo, y esperar a que lo hagan y me lo traigan. Y así todas y cada una de las cosas que deseamos. Pero, mientras somos pequeños, el tipo de pensamiento que tenemos como niños y niñas es muy diferente del pensamiento adulto. El niño vive mucho en su mente, se le ocurre una cosa y al instante la hace. Y es que en la mente, es en el único lugar donde podemos obtener todo lo que queremos, al momento, solo nos hace falta pensarlo, imaginarlo.
Si pienso en ese cafecito, ya está, ya huelo su olor, veo la taza blanca y calentita y humeante…
A los niños les resulta muy difícil aprender a esperar, aprender que en este universo t-o-d-o tarda un tiempo. Por eso es tan importante enseñarle de modo gradual a tolerar esa espera sin ponerse nerviosos ni violentos. Pero no todas las familias saben enseñar eso, y así crecemos como adultos y pensamos como adultos, pero seguimos sin tolerar la frustración de tener que esperar, como si fuéramos niños.
En este artículo, explican 13 maneras de aprender a tolerar la frustración, puedes leerlo y practicarlas.
Mis recomendaciones son:
1. Recuérdate a ti misma que eres inocente, que haces lo que puedes, que no es necesario que seas perfecta.
2. Date un tiempo para reflexionar: con papel y bolígrafo analiza qué es lo que te frustra, qué sentimientos te hace sentir la frustración.
3. Después, redefine todo eso. Explícalo de otra manera, que te haga sentir mejor, más conectada con tus capacidades.
4. Haz una lista donde te propones responder de otro modo a la frustración, explícalo con detalle.
5. Ten comprensión contigo misma, date la oportunidad de mejorar también en eso.
6. En vez de juzgarte y criticarte o hacer pagar a otro por tu rabia, aliéntate, confía en tu capacidad para cambiar y para ser más la persona que eres. Y dilo. Y enfócate en ello. Y cántalo. E imagínate a ti misma venciendo esa frustración, sintiendo como dominas tus emociones, como guías tu vida exactamente como tú quieres.
Aquí te explico cinco maneras de cambiar tus emociones al instante. Puedes practicar y usarlas. Vas a comprobar lo útiles que son…
1. Usa tus aromas favoritos (los aromas evocan en la memoria situaciones asociadas a esos aromas y activan el cerebro)
2. Revive un recuerdo positivo, que te hace sentir muy bien. Revívelo con intensidad, a cámara lenta, disfrutando de esas sensación tan agradable y poderosa
3. Usa la música. Tú sabes qué músicas te conectan con tu propio poder, te dan alas, fuerza, ganas.
4. Usa la risa. Sí. Ponte a reír sin ganas. Quizá te provoque un poco de vergüenza, pero pásala, y sigue riendo. Al cabo de unos momentos tu propia risa, te dará risa y ahí sí que reirás con ganas.
5. Usa tu cuerpo: salta, baila, muévete, canta, haz como un mimo, ve a cámara lenta, ve a cámara rápida…
Ríe, y agradécete a ti misma ser capaz de reconducirte, de amarte tanto que quieres ser tú de verdad, le pese a quien le pese.
Y por hoy…este cuento terminooooooooooooo….
TENGO GANAS DE SACUDIRTE
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La frustración nos hace sentir impotentes, llenas de rabia, nos nubla la capacidad para pensar con objetividad, nos convierte en casi-monstruos.
La frustración tiene que ver con la incapacidad de esperar. Queremos algo de inmediato y si no lo conseguimos la decepción es muy grande y pone en marcha esos sentimientos intensos y agresivos.
Muchas veces, las personas consiguen ocultar la frustración hacia los demás, pero eso no sirve de mucho. Porque como dicen, la procesión va por dentro. Las frustraciones retenidas envenenan nuestro mundo emocional, nos obligan a sentirnos amargadas, de mal humor, susceptibles al más pequeño estímulo para responder con una rabia descomunal.
Como consecuencia, o bien desarrollamos un estilo de pensamiento crítico, censurador, y no estamos contentas con nada ni con nadie, o bien nos sentimos culpables de albergar esos sentimientos violentos, y nos rechazamos a nosotras mismas, resintiendo nuestra autoestima. O incluso ambas cosas…
El otro día, estaba esperando un autobús, cuando llega una chica joven, con cara de pocos amigos y lee el papel donde vienen los horarios de autobús. Y… ¡pum! Golpea la marquesina de cristal, aprieta los dientes, se gira y se va a paso rápido, soplando y maldiciendo. Pensé: vaya, que agresiva, que mal tolera la frustración…
En este universo cualquier cosa que deseemos, tarda un tiempo.
Si quiero un cafecito, tengo que ir a la cocina y prepararlo antes de poder tomármelo. O tengo que bajar a la cafetería, y pedirlo, y esperar a que lo hagan y me lo traigan. Y así todas y cada una de las cosas que deseamos. Pero, mientras somos pequeños, el tipo de pensamiento que tenemos como niños y niñas es muy diferente del pensamiento adulto. El niño vive mucho en su mente, se le ocurre una cosa y al instante la hace. Y es que en la mente, es en el único lugar donde podemos obtener todo lo que queremos, al momento, solo nos hace falta pensarlo, imaginarlo.
Si pienso en ese cafecito, ya está, ya huelo su olor, veo la taza blanca y calentita y humeante…
A los niños les resulta muy difícil aprender a esperar, aprender que en este universo t-o-d-o tarda un tiempo. Por eso es tan importante enseñarle de modo gradual a tolerar esa espera sin ponerse nerviosos ni violentos. Pero no todas las familias saben enseñar eso, y así crecemos como adultos y pensamos como adultos, pero seguimos sin tolerar la frustración de tener que esperar, como si fuéramos niños.
En este artículo, explican 13 maneras de aprender a tolerar la frustración, puedes leerlo y practicarlas.
Mis recomendaciones son:
1. Recuérdate a ti misma que eres inocente, que haces lo que puedes, que no es necesario que seas perfecta.
2. Date un tiempo para reflexionar: con papel y bolígrafo analiza qué es lo que te frustra, qué sentimientos te hace sentir la frustración.
3. Después, redefine todo eso. Explícalo de otra manera, que te haga sentir mejor, más conectada con tus capacidades.
4. Haz una lista donde te propones responder de otro modo a la frustración, explícalo con detalle.
5. Ten comprensión contigo misma, date la oportunidad de mejorar también en eso.
6. En vez de juzgarte y criticarte o hacer pagar a otro por tu rabia, aliéntate, confía en tu capacidad para cambiar y para ser más la persona que eres. Y dilo. Y enfócate en ello. Y cántalo. E imagínate a ti misma venciendo esa frustración, sintiendo como dominas tus emociones, como guías tu vida exactamente como tú quieres.
Aquí te explico cinco maneras de cambiar tus emociones al instante. Puedes practicar y usarlas. Vas a comprobar lo útiles que son…
1. Usa tus aromas favoritos (los aromas evocan en la memoria situaciones asociadas a esos aromas y activan el cerebro)
2. Revive un recuerdo positivo, que te hace sentir muy bien. Revívelo con intensidad, a cámara lenta, disfrutando de esas sensación tan agradable y poderosa
3. Usa la música. Tú sabes qué músicas te conectan con tu propio poder, te dan alas, fuerza, ganas.
4. Usa la risa. Sí. Ponte a reír sin ganas. Quizá te provoque un poco de vergüenza, pero pásala, y sigue riendo. Al cabo de unos momentos tu propia risa, te dará risa y ahí sí que reirás con ganas.
5. Usa tu cuerpo: salta, baila, muévete, canta, haz como un mimo, ve a cámara lenta, ve a cámara rápida…
Ríe, y agradécete a ti misma ser capaz de reconducirte, de amarte tanto que quieres ser tú de verdad, le pese a quien le pese.
Y por hoy…este cuento terminooooooooooooo….
TRUCO
EL MUÑECO DE LA RABIA
La rabia, la frustración, el enojo, el enfado, la tristeza…son emociones que los niños suelen gestionar mal, dado que el entorno adulto en la mayoría de las ocasiones, tampoco gestiona bien y por tanto no pueden ser un ejemplo. Poder enseñar unas estrategias a los niños para que aprendan a manejar esas emociones intensas y dolorosas, es un gran paso hacia la maduración. Como siempre que se trabaja con niños, el marco de referencia es el JUEGO. Tenemos que introducir los conceptos que queremos explicar, desde el punto de vista lúdico. El concepto clave es saber qué hacer cuando nos enfadamos mucho, para pasarlo mucho mejor. Presentamos la construcción del MUÑECO DE RABIA: hemos preparado los materiales y pensado el diseño, y junto al niño (que es sólo ayudante) papá y mamá y cuidadores habituales (estado ideal) construyen el muñeco. Ha de ser grande, como para que el niño se eche encima, lo abrace, lo golpee… Podemos comprar un gran peluche y lo personalizamos, o podemos realizar uno (cortando y cosiendo) o bien en plan rústico, con cojines, gomaespuma, y telas, coser consiguiendo alguna forma aceptable. Es conveniente que esté ya casi acabado para que el niño mantenga la atención todo el tiempo. Le contamos una historia: este muñeco quiere ayudarnos a sentirnos mejor. Le vamos a poner nombre (los padres ya han pensado alguno que sea significativo para el niño). Mientras lo vamos haciendo, revisamos algunos hechos que el niño conoce (que se ha puesto rabioso) y le explicamos que hay otra forma de actuar. Le explicamos que este muñeco puede abrazarnos (el niño le abraza a él) si estamos tristes, hacernos compañía si nos sentimos solos, o recibir golpes si estamos enfadados. Es un muñeco al que no podemos herir ni dañar, y se presta a ser nuestro maestro hasta que hayamos aprendido a reaccionar mejor ante los disgustos y enfados. Si somos creativos, podemos darle un origen hace muchos años, en unas montañas muy altas, cuando un mago dio vida a un muñeco para ayudar a un niño… Una vez construido, ensayamos varias veces la acción (con rabia, con enfado, con tristeza, con soledad o miedo). Los papás hacen de niño y hacen las acciones apropiadas con el muñeco (abrazar, mimar, insultar, explicar lo ocurrido, golpear, pegar patadas…) Luego el niño, practica. Se le señala cuando lo hace bien y cómo hacerlo mejor. Se elige un lugar apropiado (suele ser la habitación del niño) y se coloca allí. A partir de ese momento, se le sugiere al niño que vaya con (nombre del muñeco) cada vez que creamos que tiene una emoción que no está sabiendo gestionar. Las primeras veces se le acompaña y guía, hasta que él ya sabe qué hacer. Como trabajo posterior a usar el muñeco, se puede hacer uno o más dibujos de lo ocurrido, o recortar, o trabajar con plastilina… de manera que el niño pueda elaborar esos sentimientos más profundamente y aprender a ir poniéndoles nombre… La evolución suele ser de usarlo durante una buena temporada y después, a la vez que el niño va creciendo, se usa menos y el niño conversa más de lo que le ocurre. Naturalmente, los padres y cuidadores (niñera o abuelos) han de estar atentos a lo que dice y hace el niño para tener pistas de lo que ocurre en su vida emocional y poder ayudarlo. |
Gracias Susi, siempre nos traes mucho a la reflexión.
Espero hayan disfrutado de este artículo así como tambien espero sus comentarios y experiencias, sino escríbeme un email que estaré feliz de saber de ti.
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Nos vemos en la próxima entrada.
Besos,
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