Una niñera en casa

04 agosto 2016





Hoy como todos los jueves comparto con ustedes el artículo de Susi Grau de Inspírate y cambia tu vida que nos trae para aprender y ser mejores niñeras.

Espero les guste y les dejo para que empiecen a leerlo. 


Una niñera en casa



Para una madre, dejar a su hijo con una persona desconocida, es difícil.

Lo es incluso, si es conocida: la abuela, o la tía o una prima.

Porque a una madre le parece que sí está con el hijo, ocurra lo que ocurra podrá resolver la situación, podrá salvarlo a él.

Pero para la niñera, es igualmente difícil.

Porque la responsabilidad es muy grande, enorme. Queda en sus manos la integridad del niño, tanto la física como la emocional.

Si ocurre alguna cosa complicada o peligrosa ¿sabrá actuar de la mejor manera? ¿Sabrá resolverlo? ¿Sabrá salvar al niño?


Así que ambas, la madre y la niñera, se lo han tenido que pensar muy bien antes de acometer esa decisión.



Cuando una niñera entra en casa, todo cambia. La familia entera se ha de adaptar a esta situación.

La niñera toma decisiones respecto de los niños, tiene capacidad para ello que se la otorgan los padres. Pero no lo puede decidir a su aire, sino siguiendo las normas de esos padres, a la manera de esos padres.

Esto plantea dificultades ¿por qué dónde están los límites?
Estos límites se han de acordar. A veces, explícitamente pero otras, sin abrir la boca.

Muchos padres que contratan niñeras, aman profundamente a sus hijos y quieren lo mejor para ellos. A pesar de la niñera, dedican tiempo a compartir con ellos, vivencias, experiencias. A esos niños no les falta ni cariño ni modelos a seguir. En estos casos, el trabajo de la niñera es más llevadero porque no ha de suplir carencias emocionales, los niños no van a empezar a quererla demasiado.

Su trabajo es cuidarlos mientras no están disponibles los padres. Educarlos en su ausencia en los valores que consideran los padres. Puede añadir, eso sí, sus propios valores. Sobre todo porque los propios valores van con nosotros, se manifiestan sin ni siquiera darnos cuenta. Por ejemplo, la sinceridad, la lealtad, saber darle la vuelta a las cosas…

Pero hay otras veces, que los papás que contratan niñeras, a pesar de amar a sus hijos, tienen muchas carencias emocionales, o demasiado trabajo y las prioridades poco claras. Estos papás delegan sus funciones en la niñera, pero a la vez, temen que ella les quite el puesto de padres. Por eso son controladores, rígidos, incluso antipáticos.

En estos casos la niñera tiene que tener cuidado (y mucho más trabajo) para marcar sus límites. Tiene que amar a esos niños, pero no amarlos por sus padres. Tiene que saber retirarse en ciertos momentos, tanto física como emocionalmente. Debe dejar espacio para que los niños reclaman la atención (y el amor) a sus papás. Debe hacerse la tonta en ciertos momentos para que a los padres no les quede otra que ocuparse de sus hijos (emocionalmente).

En cualquier caso, la niñera debe saber hacer valer su autoridad (que le han dado los padres), tanto ante los niños como ante los propios padres. Si se han portado mal y por ejemplo, ha retirado el privilegio de ver en la televisión su serie favorita, ese día, no puede venir la mamá o el papá y encender el aparato y que sus hijos vean la serie.



Es decir, pueden venir y hacerlo, pero entonces la niñera tiene que pedirles hablar a solas, en ese momento, y hacerles ver que están perjudicando esa labor de cuidar mientras ellos no están.
Casi todos los padres son razonables, de manera que va a generarse entendimiento. Y si por desgracia estamos con unos padres poco razonables, entonces hay que probar diferentes estrategias y si no funcionan, pues plantearse dejar a esa familia. Salvo que paguen tan pero tan bien, que te quedes para ahorrar y cumplir alguno de tus sueños.

La niñera profesional sabe cuál es su misión con mucha claridad: cuidar de unos niños en ausencia de sus papás, con la misma eficacia (o más) que ellos, pero sin suplantarlos, dándoles el afecto de niñera, no de madre.
Por eso, hay temas de los que la niñera no puede hablar porque es atribución de los padres (la sexualidad, la religión…) puede dar su opinión pero cuidando de que los niños tengan ganas de preguntar a los padres. Y debe alertar a los padres sobre esas inquietudes en los niños para que puedan atenderlas.
Más adelante hablaré sobre las emociones propias de la niñera que debe aprender a gestionar, pero hoy quedémonos con esto:
La niñera debe trabajar con sus propias emociones, de forma continuada. Recordarse que no es la madre, recordarse cuál es su misión. Preguntarse si está poniendo bien los límites, si está mezclando sus propios sentimientos como si fueran sus hijos, si está (sin darse cuenta) cayendo en errores educativos o emocionales.
La niñera tiene un trabajo mucho más pesado que una madre, porque ha de hacer de madre pero sin serlo. Y hacerlo bien requiere de esfuerzo, de energía, de dedicación.


T R U C O



DISTRAER DEL ENFADO A UN NIÑO

No sirve ni es adecuado en todas las ocasiones, pero muchas veces sí que funciona. Así que el niño o niña está disgustado porque está sufriendo una frustración. Por ejemplo quiere algo que no puede tener en ese momento, o porque no es apropiado. Y llora y muestra el enfado. Una actitud nuestra favorable es, por un lado decirle que está bien si está enfadado, pero que no es necesario enfadarse. No importa si lo entiende bien o no, se lo decimos. Y por otro lado, le preguntamos algo como: “¿no te gustaría sentirme bien ahora, como cuando estamos jugando en los columpios?”. Podemos hacer un gesto como si estuviéramos en los columpios. Vamos guiando al niño para que recuerde las sensaciones tan agradables de subir y bajar, de la brisa en la cara, de la alegría…va saliendo del enfado y la frustración y le vamos hablando sobre situaciones que sabemos que le gustan o le atraen, le vamos guiando hacia sentimientos agradables y finalmente, sale de ese estado (en pocos minutos) y ya podemos seguir adelante.

Esto tiene una gran ventaja: ni el niño ni el adulto necesitan experimentar disgusto, frustración, enfado.

Y se crea una relación intensa y sólida, porque el adulto está ayudando de verdad al niño a gestionar las emociones. Y el niño lo sabe (si se lo preguntáramos no sabría responder, pero sí que lo nota).



Muchas gracias Susi, como siempre sigo aprendiendo en este mundo de ser mejor cada dia como niñera y persona.

Espero que a ustedes tambien les haya ayudado mucho y hayan aprendido como pueden ser mejor cada dia.

Esperamos sus comentarios y tambien pueden pasar a visitar a Susi para aprender más en su página web o Facebook de poder cambiar y ser mejores o simplemente para darle las gracias.

Besos,

2 comentarios :

  1. Yo nunca me había puesto a pensar en lo delicado que era contar con una niñera a fin a los valores de los papás, yo actualmente no cuento con niñera pero la verdad si me gustaría, y no porque no tenga tiempo para mis hijas, claro que si!, pero creo que de alguna manera es sano que también ellas convivan con otra persona para sus deberes y así cuando estén conmigo la convivencia va a otro tenor, pero si creo importante contar con alguien con valores y sobretodo estar segura de que es buena persona. Me parece genial la labor que están haciendo Patty y Susi al ayudar a las Nannys a que tengan mas formas de contribuir a la crianza de los niños... les mando un fuerte abrazo!

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  2. Gracias Gaby por visitarnos por aqui, si realmente como dices es muy delicado contar con una niñera y serlo tambien, como dice Susi en su artículo, debemos ser profesionales dándoles afectos, valores pero sin suplantar a su madre.
    Lo que dices acerca que si tienes alguna ayuda con tus niñas es cierto, pero tambien debes cuidar mucho la parte de los valores como dices de esta niñera. Te mando un fuerte abrazo.

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