Bueno después de tanto tiempo sin publicar, les traigo un tema muy interesante de la mano de nuestra querida Susi Grau.
Espero sea de mucha ayuda para todos, ya que es algo que pasa a diario, no solo con los padres sino hasta con personas que están alrededor de un niño o niños.
Los niños se convierten en lo que escuchan
Las palabras poseen un gran poder. Cada palabra que se le dice a un niño contiene un mensaje subyacente acerca de ese niño y su relación con el mundo. Una vez que el niño asume este mensaje, se convierte en una creencia que va a regir sus experiencias futuras.
Y este proceso es completamente inconsciente, ocurre, pero el niño no tiene consciencia de que ocurre.
Los niños no tienen la capacidad para filtrar los mensajes entrantes a su cerebro. No pueden decir “acepto este cumplido, y rechazo aquella crítica”.
Además, desde la posición de niño, los adultos son grandes (no solo en tamaño) sino que lo saben todo (a sus ojos), tienen gran poder, y lo que afirman son verdades indiscutibles.
Así que durante varios años, un niño es el auditorio cautivo de sus padres y de los adultos que están en su mundo.
Por otro lado, el niño ansía hacer felices a sus padres. Se siente mal si le parece que son infelices.
Así que aceptará cualquier cosa con tal de proveerles de esa felicidad. Tampoco sabe gran cosa de sí mismo, y lo va aprendiendo de lo que escucha que dicen de él y que le dicen a él directamente.
El canal sensorial preparado para esto es el auditivo así que todo lo que oye el niño es absorbido por su mente, almacenado y procesado (aunque él no sepa nada)
Ejemplos de palabras que hieren
- Qué malo eres
- Qué asco de niño
- Ojalá no hubieses nacido
- Terminarás como tu padre
- Eres igual de insoportable que tu madre
- No lo pierdas
- ¿Seguro que sabes hacerlo?
- Me tienes todo el tiempo preocupada
- ¿No puedes ser como tu hermana (o hermano)?
- Gorda (o gordo)
- Enana
- Cuatrojos
- Sapo, renacuajo
Por un momento, recuerda tu niñez. Recuerda las palabras y frases que te decían los adultos de tu entorno.
Escoge una, que sabes que te la has creído. Repítela veinte veces. Recapacita. Observa tu cuerpo. ¿Cómo te ves a ti misma? ¿Todavía influye en ti esta idea?
Ahora imagínate un niño pequeño, ignorante de casi todo, sensible, impresionable, sometido a ráfagas de creencias negativas e incapacitantes, casi todos los días.
La buena noticia es que las palabras también tienen un poder curativo. Las palabras que contienen un mensaje que potencia a la persona que lo escucha, le puede curar (borrar) las palabras que la han limitado y negado su verdadero potencial.
Cada niño (y adulto) participa en una conversación silenciosa e interna llamada diálogo interno. Este diálogo consiste en dos voces internas que entablan una conversación continua.
La primera de esas voces es la llamada “la voz del sí”, representa la parte de la psique que se ocupa del monólogo interno positivo. Sirve de ayuda, y es una fuente de paz y poder.
La segunda voz y opuesta, es la “voz del no”. Es la parte de la psique que se encarga de hablarse a sí mismo de forma negativa y atemorizada.
Es la voz de la duda, la preocupación, la inquietud, la vergüenza, y el odio hacia uno mismo. Proporciona mucha ansiedad y muy poco poder.
Con el tiempo, el monólogo interno del niño se convierte en una profecía autocumplida. Lo que piensa de sí mismo es en lo que se convierte. Si su voz del “sí” le dice que puede hacerlo, que es capaz, se convertirá en un niño capaz y poderoso.
Si es la voz del “no” la que domina y dice que no puede, que no sirve, que no vale, se convertirá en un niño torpe, desafortunado, débil, temeroso.
Qué poder tienen las palabras ¿no te parece?
Es una práctica común y sus efectos son muy perjudiciales, incluso más perniciosos que los maltratos físicos. Sin embargo el maltrato verbal no se considera una agresión grave.
Si un niño se queja de que su madre le dice que es muy malo y que acabará en la cárcel, nadie le hace caso. Este lenguaje abusivo es el que se usa en la televisión, en las películas, en la vida política.
La normalidad del abuso verbal es lo que lo convierte en tan peligroso. El mismo niño que se rebela ante un golpe, permite que las palabras “nunca llegarás a nada” penetren en su inconsciente sin inmutarse.
El abuso verbal se compone:
Cómo afecta al niño que se le grite, critique o humille:
En un experimento se comprobó que para que una palabra (y el mensaje que conlleva) comience a hacer efecto en la psique del niño, ha de repetirse al menos cincuenta veces.
Así que si en alguna ocasión, por nuestra propia frustración, preocupaciones, enfermedad, o cualquier otra situación, hablamos mal a los niños, no pasa nada.
Empieza a pasar cuando en vez de ser una excepción, se convierte en una manera cotidiana de dirigirnos al niño enviando esos mensajes negativos y limitantes de su verdadero potencial como persona.
Soy paciente con ______
Puedo hacer frente a su rabieta sin que me moleste
La frustración que me hace sentir, la descargo adecuadamente
El adulto soy yo, así que se razonar y quitar importancia
Estoy en calma mientras _______ está enfadado
Este niño tiene derecho a enojarse y puedo sobrellevar su enfado
Querida niñera, observa qué les dices tú a tus niños.
Si hay aspectos negativos o limitantes, deja de decir esas frases y palabras.
Y sobre todo, potencia:
- Sus cualidades
- Su identidad
- Su cuerpo
- Su forma de relacionarse con otras personas y con el mundo
Porque lo que les digas, influye seguro en lo que van a convertirse.
Y claro, aplícate el cuento y háblate siempre bien, ¡usa tu voz del “sí”!
Gracias Susi por tu gran aporte, pueden seguirle en su Facebook o en página web.
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Te invito a que te unes a nuestro grupo privado Soy Nany Creativa.
Besos,
Ahora imagínate un niño pequeño, ignorante de casi todo, sensible, impresionable, sometido a ráfagas de creencias negativas e incapacitantes, casi todos los días.
La buena noticia es que las palabras también tienen un poder curativo. Las palabras que contienen un mensaje que potencia a la persona que lo escucha, le puede curar (borrar) las palabras que la han limitado y negado su verdadero potencial.
El diálogo interno
Cada niño (y adulto) participa en una conversación silenciosa e interna llamada diálogo interno. Este diálogo consiste en dos voces internas que entablan una conversación continua.
La primera de esas voces es la llamada “la voz del sí”, representa la parte de la psique que se ocupa del monólogo interno positivo. Sirve de ayuda, y es una fuente de paz y poder.
La segunda voz y opuesta, es la “voz del no”. Es la parte de la psique que se encarga de hablarse a sí mismo de forma negativa y atemorizada.
Es la voz de la duda, la preocupación, la inquietud, la vergüenza, y el odio hacia uno mismo. Proporciona mucha ansiedad y muy poco poder.
Con el tiempo, el monólogo interno del niño se convierte en una profecía autocumplida. Lo que piensa de sí mismo es en lo que se convierte. Si su voz del “sí” le dice que puede hacerlo, que es capaz, se convertirá en un niño capaz y poderoso.
Si es la voz del “no” la que domina y dice que no puede, que no sirve, que no vale, se convertirá en un niño torpe, desafortunado, débil, temeroso.
Qué poder tienen las palabras ¿no te parece?
Maltrato verbal
Es una práctica común y sus efectos son muy perjudiciales, incluso más perniciosos que los maltratos físicos. Sin embargo el maltrato verbal no se considera una agresión grave.
Si un niño se queja de que su madre le dice que es muy malo y que acabará en la cárcel, nadie le hace caso. Este lenguaje abusivo es el que se usa en la televisión, en las películas, en la vida política.
La normalidad del abuso verbal es lo que lo convierte en tan peligroso. El mismo niño que se rebela ante un golpe, permite que las palabras “nunca llegarás a nada” penetren en su inconsciente sin inmutarse.
El abuso verbal se compone:
- Palabras (insultos o comentarios sarcásticos)
- Tono de voz (reproche o gritos)
- Expresión facial (ceño fruncido, mirada penetrante, intimidatoria)
- Pensamientos de reprobación (que cierran el círculo con todo lo anterior)
Cómo afecta al niño que se le grite, critique o humille:
- Se siente mal consigo mismo, siente odio hacia sí mismo, se cree realmente que es una mala persona
- Se encuentra asustado e inseguro
- Se siente dolido
- Se siente abandonado
- Se cree lo que le dicen, que se merece lo que le hacen
En un experimento se comprobó que para que una palabra (y el mensaje que conlleva) comience a hacer efecto en la psique del niño, ha de repetirse al menos cincuenta veces.
Así que si en alguna ocasión, por nuestra propia frustración, preocupaciones, enfermedad, o cualquier otra situación, hablamos mal a los niños, no pasa nada.
Empieza a pasar cuando en vez de ser una excepción, se convierte en una manera cotidiana de dirigirnos al niño enviando esos mensajes negativos y limitantes de su verdadero potencial como persona.
Afirmaciones (internas) para responder al enfado de un niño
Soy paciente con ______
Puedo hacer frente a su rabieta sin que me moleste
La frustración que me hace sentir, la descargo adecuadamente
El adulto soy yo, así que se razonar y quitar importancia
Estoy en calma mientras _______ está enfadado
Este niño tiene derecho a enojarse y puedo sobrellevar su enfado
Querida niñera, observa qué les dices tú a tus niños.
Si hay aspectos negativos o limitantes, deja de decir esas frases y palabras.
Y sobre todo, potencia:
- Sus cualidades
- Su identidad
- Su cuerpo
- Su forma de relacionarse con otras personas y con el mundo
Porque lo que les digas, influye seguro en lo que van a convertirse.
Y claro, aplícate el cuento y háblate siempre bien, ¡usa tu voz del “sí”!
Gracias Susi por tu gran aporte, pueden seguirle en su Facebook o en página web.
¿Te has identificado con el tema?
Te invito a que te unes a nuestro grupo privado Soy Nany Creativa.
Besos,
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