Lo que de verdad estás enseñando

12 agosto 2016





Hoy jueves nos trae Susi un grandioso artículo, que ayudará mucho en tu trabajo diario con los niños.

Si todavía no sabes quien es Susi Grau te dejo aquí para que leas su presentación.

Te dejo aquí en manos de nuestra querida Susi con su artículo, espero te sea de gran ayuda y lo disfrutes.

LO QUE DE VERDAD ESTÁS ENSEÑANDO


Muchas veces no entendemos qué está pasando con nuestros niños.

Se portan mal y no aprenden a portarse bien.

Insistimos en nuestro modo de hacer las cosas, pero ellos no cambian.

Lo primero que hay que hacer es detenerse a reflexionar.

En una relación, de niñera a niño por ejemplo, todo es cosa de dos.

Si ellos no cambian es seguro que la razón es que nosotros no cambiamos nuestra forma de actuar (al ver que no da resultado).

Un sabio dijo si siempre haces las cosas del mismo modo, siempre tendrás el mismo resultado. Es cabalmente cierto. Si nunca pongo sal a la comida, siempre estará la comida sosa.

Uno de los aspectos más importante en el cuidado de los niños, es observar.

Observar qué hacen, cuándo lo hacen, en qué circunstancias lo hacen.

Observar su comportamiento nos permite comprender que está pasando de verdad.

Por ejemplo: cuando estamos sin los padres, los niños se portan razonablemente bien. Pero cuando están los padres…empiezan a portarse mal. Si observamos esta conducta podemos deducir que lo que buscan cuando están los papás, es su atención. Esto nos señala que los niños sienten que necesitan más a sus padres.

Si vemos esto, en lugar de reñirlos y aumentar su mal comportamiento, hemos de ser listas. Pensar en acciones que llamen la atención de sus padres y les puedan dar esa atención que necesitan pero portándose bien.

Por ejemplo: un dibujo especial (si a la madre le gustan las flores, pues de flores), una sencilla manualidad, fotografiar un logro del niño (ha aprendido a atarse los cordones de los zapatos) y mostrarlo a los papás, y comentar verbalmente a los padres lo bien que se han portado e instar sutilmente a que los padres los feliciten.

Esta observación que desarrollamos sobre la conducta de nuestros niños, nos va a mostrar con claridad cuándo nosotras estamos reforzando (sin darnos cuenta) lo que no queremos que ocurra.

Si cuando llega la hora del baño comienzan a desarrollarse comportamientos negativos (escaparse, correr, gritar, negarse a ser desvestido…) hemos de volver a ser listas: si les perseguimos, gritamos, reñimos, agarramos…lo que estamos reforzando es precisamente, esa conducta negativa. ¿Por qué? Porque les estamos prestando atención.

Así que lo que hay que hacer es dar la espalda, dejar de atender a lo que están haciendo y seguir con nuestra labor. Por ejemplo, seguir preparando con lentitud, la ropa y los elementos para el baño, como si no pasara nada. Al cabo de unos minutos, el niño o los niños van a venir a nuestro lado a ver qué nos pasa (que no les hacemos caso). Entonces les pedimos algo sencillo (me pasas esa toalla) y si lo hace normalmente, les miramos a los ojos, sonreímos, y ahora que estamos conectados por un elemento positivo, guiamos al niño hacia donde queremos (que se desvista o que lo desvistamos) y comentamos cosas agradables del día, de él, del propio baño…

Cuando terminamos el tema del baño, recordamos siempre, verbalizar lo bien que se ha portado, lo contentas que nos pone trabajar juntos para estar bien (o similar), mirándole a los ojos, sonriendo, dando un toque en el brazo o en el hombro.

Este toque que damos, lo estamos anclando a un refuerzo positivo. En otras ocasiones, tan solo dando el toque, el niño lo recibe como un refuerzo positivo. Lo mismo ocurre con la mirada o con la sonrisa. Más tarde, tan solo sonriendo o mirando directamente a los ojos, el niño está recibiendo un refuerzo positivo.

Cuando algo deja de funcionar con los niños, nunca les hemos de culpar a ellos (ni a nosotras), hemos de salirnos del concepto culpa y entrar en el concepto cómo lo resuelvo.

Observar, reflexionar, deducir y probar (y volver a probar hasta que encontramos el punto que funciona)

Y algo tan importante como observar es: confiar en nosotras mismas, en nuestra capacidad de amar a los niños y de educarles en lo que sí que queremos.

Que aprendan que sus actos tienen consecuencias. Que sus actos no son ellos. Una acción puede ser negativa, mala. Pero eso no significa que ellos sean negativos o malos. Lo que hacemos no es lo que somos. Que siempre hay una manera de hacer bien algo. Que un error o fracaso es sólo la información que necesitamos para hacerlo mejor. Que tenemos más oportunidades. Que podemos ser queridos a pesar de no ser perfectos.

Queridas mías, es todo por hoy. Os deseo que observéis muy bien a vuestros niños y seáis listas y encontréis las formas apropiadas para enseñar lo que sí que  queréis enseñar.


TRUCO






PENSAR ANTES DE CASTIGAR


Lo primero que hay que hacer aquí es reflexionar sobre lo que significa castigar.

Bajo mi punto de vista, el castigo es muy perjudicial porque afecta de modo intenso a las emociones del niño. Es como si le decimos que es malo. Que por ser malo, tiene que pagar un precio.

Pero no es cierto. No es malo. Es innecesario que sufra emocionalmente, que se sienta culpable. Lo que sí que es necesario es que aprenda que sus actos tienen consecuencias. Que si ayuda a recoger los juguetes, recibe como premio nuestra atención, nuestra sonrisa, afecto y respeto.

Que si por el contrario, deja los juguetes sin recoger, entonces eso tiene otra consecuencia: le retiramos nuestra atención y además, pierde algún privilegio (tomar su postre favorito, ver unos dibujos animados…)

Para que la pérdida de privilegios sea una consecuencia a una acción que queremos que desaparezca o disminuya, hemos de ser consistentes.
Consistente significa que si avisamos de que pasará tal consecuencia, ha de pasar tal consecuencia. Es decir, si en última sí que le damos su postre favorito, no hemos sido consistentes. No sirve de nada porque la consecuencia es que consigue lo que desea a pesar de lo que le hemos dicho.

Por ese motivo es que hay que detenerse un momento a reflexionar sobre la consecuencia que vamos a aplicar a una determinada acción del niño. Porque si decimos que durante una semana no ve la televisión, a los dos días no podemos “perdonar” lo que pasó y ya puede verla con normalidad. No. Porque entonces tampoco sirve para nuestro objetivo, y de hecho, estamos construyendo un tipo de relación donde lo que decimos, nuestra palabra, vale poco o nada.

Un truco es: voy a pensar qué clase de consecuencia tiene que tener esta acción que has hecho y después te la digo.

Los niños no confían en nosotros si lo que decimos, no lo hacemos.



Muchas Gracias Susi, este tema es muy interesante, ya que como dices debemos saber que de verdad estamos enseñándoles, espero sea de mucha ayuda tanto a niñeras como a madres.

Hoy ha sido muy enriquecedor el artículo así que espero sus comentarios y experiencias,pueden pasar a visitar a Susi Grau en su Facebookpágina web, si te gusto me gustaria lo compartieras, para que pueda llegar a más niñeras. 


Gracias y te espero en la próxima entrada.

Besos,

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