Después del lanzamiento del blog, les doy gracias a todos por su apoyo en especial a mi principal colaboradora Susi Grau, que ha sido mi gran apoyo para este proyecto continúe y siga lo que deseo transmitir a través de este blog, así que GRACIAS SUSI.
Otra cosa que quiero comentarles, que a partir de este martes he cambiado los días de publicación, si puedo lo haré los martes y jueves, pero el jueves, será ocasionalmente, pero los martes sí habrá una publicación ya sea de Susi, mía o de alguna colaboradora.
Bueno después de esta introducción les dejo para que lean el artículo que nos ha escrito Susi, en el cual estoy segura ayudará a muchos padres como a cuidadores.
Muchas veces los
adultos reaccionamos justo al revés de lo que sería conveniente ante una
conducta que no queremos que se repita:
Le prestamos atención
Ya hablamos en un
artículo anterior de que la atención es el reforzador más poderoso que existe.
Un reforzador es una consecuencia que dada justo después de una conducta,
aumenta la probabilidad de que se repita.
Así que si el niño
o niña se porta mal (hace algo que nosotras no queremos que haga) darle nuestra
atención –aunque sea en forma de enfado- aumenta la probabilidad de que siga
haciendo esa conducta.
Los niños mientras
son pequeños (menos de siete años), no entienden las charlas que les damos. No porque no sean lo bastante inteligentes
sino porque aún no han desarrollado al completo su capacidad de pensar. A pesar
de que tengan un buen dominio del lenguaje concreto, las cuestiones abstractas
todavía son muy confusas para ellos.
La distinción entre
el bien y el mal no llega hasta un poco después. Lo único que el niño capta es
que el adulto está descontento y aunque diga que sí, que lo entiende y que no
lo hará más, en realidad lo que desea es que el adulto esté contento con él
–pero comprender lo que pasa, eso no lo comprende-. Por eso tantas veces a los
cinco minutos, ya está haciendo lo mismo. El adulto puede enfadarse más porque
cree que le está mintiendo, pero no. La verdad es que al niño pequeño se le
escapa la filosofía que sustenta el buen comportamiento.
Cuando observamos
que hace algo que no queremos, solo hemos de decir “no”, sin alegría y sin
enfado. Hemos de señalarle que no queremos que lo haga, pero sin prestar
atención emocional. Lo hemos de hacer consistentemente, es decir todas las
veces que lo haga, hasta que ya no lo haga.
Esto hará que esa
conducta no se instale en su repertorio de comportamientos.
Cuando ya tenemos
instaladas conductas que no queremos que sigan existiendo, hemos de aplicar lo
que se llama
extinción de la conducta.
Para extinguir una
conducta, lo primero que hemos de hacer es un registro de esa conducta:
cuando se da, después de qué se da, que lo provoca, cuántas veces se da, qué
ocurre cuando se da (qué hacemos nosotras).
Esto nos servirá
para comprender qué es lo que causa la conducta. Cuando ya lo sabemos, podemos
intervenir cambiando algunos de esos elementos que hemos observado. Por
ejemplo, si se porta mal porque llegamos tarde y no puede ver la serie de
dibujos que le gusta, podemos llegar antes, o grabar la serie y usar esto (el
placer que obtiene con la serie) como reforzador para una conducta que sí que
deseamos que sí ocurra (hacer los deberes rápido, por ejemplo).
Si con eso no es
suficiente, entonces hemos de pasar a extinguir la conducta, que se hace del
siguiente modo:
- Fijamos un día para empezar (y antes nos hemos mentalizado, imaginado a nosotras mismas haciendo la extinción con determinación)
- A partir de ese día, todas y cada una de las veces que ocurra la conducta (esto es la consistencia) hemos de retirar nuestra atención. Nos damos la espalda, miramos hacia otro lado, hacemos ver que estamos muy ocupadas en algo…
- Cuando comenzamos a extinguir, la conducta se incrementa. El niño prueba más veces para conseguir lo que busca. Si nos mantenemos firmes, al cabo de un cierto número de veces (10, 21, 33…) la conducta comienza a disminuir y finalmente se extingue (ya no lo hace más)
Extinguir una
conducta no termina aquí. Para la
mente, si quitamos una cosa (la atención a una conducta) hemos de dar otra cosa
(atención a otra conducta, que sí queremos que ocurra). De tal modo que cuando
la conducta ha empezado a disminuir hemos de escoger otra conducta de su
repertorio que consideremos positiva, y en ella, prestar una atención más
intensa. Por ejemplo, si no quiere pasar por el baño diario y lo estamos
extinguiendo, pero sí que le gusta hacer dibujos, hemos de facilitar que haga
dibujos y decirle que nos gustan mucho, que lo hace bien, darle nuestra
atención y cariño.
Si hemos empezado y
cedemos a la tentación de darle nuestra
atención, hemos de comenzar el proceso de nuevo. Así que si lo empezamos hemos
de estar dispuestas a llegar hasta el final, ignorando siempre su conducta.
La atención es el
reforzador más poderoso, piensa siempre a qué le das atención.
TRUCO
LA RELAJACIÓN EN LOS NIÑOS
La relajación, y aprender a
relajarse, tiene muchos beneficios tanto para niños como para adultos. En los
pequeños, algunos de ellos son:
ALGUNAS
TÉCNICAS DE RELAJACIÓN
Contracción-distensión: Técnica que
consiste en contraer un músculo o un grupo de músculos durante unos segundos
para luego aflojar la contracción progresivamente. Esta contracción máxima
permite sentir la distensión del grupo muscular objeto del ejercicio.
Balanceo: Técnica que consiste en imitar el
movimiento de un balancín, de un columpio. Se trata de realizar un movimiento
de vaivén de delante hacia atrás, o de derecha a izquierda. La parte del
cuerpo que se está relajando (por ejemplo, un brazo, una pierna, la cabeza)
debe estar distendida y blanda.
Estiramiento-relajación: Consiste en
estirar progresivamente una parte de cuerpo, alargándola lo más posible. Debe
mantenerse esa postura durante unos segundos y luego aflojar suavemente esa
parte del cuerpo. Es importante aflojarla con suavidad, dejándola caer
resbalando, sin que golpee. Después, se balancea ligeramente esa parte del
cuerpo.
Caída: Consiste en dejar que la fuerza de
gravedad actué sobre el cuerpo. Luego de haber levantado una parte del cuerpo,
la dejamos caer lentamente, resbalando (sin que golpee). Se deja descansar
esa parte durante unos segundos y luego se repite el movimiento dos o tres
veces.
También puede ser una relajación sólo mental: describir
sensaciones corporales de calma y de relajación (las piernas pesadas y
relajadas…), describir imágenes neutras (las nubes desplazándose lentamente
por el cielo, las llamas en una
chimenea, el sonido de un arroyuelo, las olas rompiendo contra las rocas), y
asimismo, una visualización guiada.
Es importante que para los niños
pequeños (hasta seis años) la duración de estos ejercicios no deben superar
los cinco minutos (que para ellos ya es mucha concentración).
Conforme van siendo más mayores
podemos aumentar la duración hasta unos veinte minutos como máximo.
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Este artículo seguro les ayudará como dije antes a padres, niñeras o cuidadores.
Gracias Susi por este valioso tema, ya que en todos los hogares sabemos que los niños tienen esta etapa, así que si lo hacemos de la mejor manera con el respeto que al igual ellos se merecen y la atención podremos lograr niños más felices y mejor cuidados.
Antes de despedirme olvidaba anunciarles que tenemos ya grupo en Facebook se llama Soy Nany Creativa.
Así que espero quieras unirte a nuestro grupo y puedas compartir tus experiencias y poder apoyarnos todas, son bienvenidas.
Bueno sin mas que decir, tambien pueden pasar a visitar a Susi Grau en su Facebook o página web, para darle las gracias o simplemente para ver otros artículos que podrían interesarte.
Besos,
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